Carlos Casas, un aclamado documentalista español, se ha planteado pensamientos similares por lo que, armado con su cámara, decidió viajar a algunos de los lugares más recónditos del mundo para conocer a las personas que viven su vida en el medio de la nada. De estos viajes resultaron tres películas que, en su conjunto, conforman la llamada End Trilogy.
Los tres hombres acabaron en la Patagonia por diferentes razones (exilio político, necesidad económica) pero todos comparten una suerte de encanto por esa tierra inhóspita e inconmensurable que los ha acogido. Y a pesar de que se han acostumbrado a su vida al margen de la sociedad, estos son hombres que parecen vivir siempre de la mano de sus recuerdos, los cuales se hacen especialmente fuertes ante el aislamiento en el que se encuentran.
De cierto modo, lo que estos hombres nos dicen es que no se sabe lo que se tiene hasta que se ha perdido, aún cuando esa pérdida no sea necesariamente algo malo. Y es esa ambivalencia la que retrata Casas con un estilo discreto y sutil que, sin mayor refinamiento visual, permite a los personajes contar su historia a la vez que resalta el paisaje tan extremo y hermoso que los rodea.
Los tres documentales se pueden ver completos (a excepción de Hunters, el cual se presenta en una versión abreviada) en el canal de Carlos Casas en vimeo. Incluso, si uno se encuentra registrado en ese sitio, se pueden bajar gratuitamente.
Y para seguir con la economía del regalo, Sebastián Escofet, el músico argentino que se encargó de realizar la banda sonora de "Solitude..." y "Hunters...", tiene en su página web esos dos discos para descargar gratuitamente. La música es mayoritariamente ambient, pero es placentera y hasta conmovedora. Vale la pena la descarga.
"La soledad significa mucho, es decir, a vos te gusta porque querés olvidarte un poco del mundo, del ruido, no querés televisión, no querés prensa, no querés radio...pero después se te hace una carga, un peso: vos estás solo, tan solo, que de pronto necesitás esa compañía, esa relación humana. Uno la vive, la palpa, la mastica y dice "no estoy en condiciones de seguir siendo el solitario que quise ser".