Chester Brown es un historietista canadiense con un rango de trabajo que va desde la exploración surrealista de la psique humana (he dicho), hasta la biografía histórica; desde tiras cómicas autobiográficas, hasta conmovedoras historias de zombies que buscan conexiones afectivas –y carne humana– mientras invaden la vibrante escena cultural de Toronto (de nada).
Además, Brown está en contra del amor. O, más bien, en contra del amor romántico. Específicamente, está en contra no sólo de ciertas ideas asociadas con el amor romántico sino también de la obsesión generalizada con esas ideas que irradia de la cultura. Bueno, en realidad está en contra de los males que ve representados tanto por la institución matrimonial como por la monogamia posesiva.
Aunque, claro, eso no significa que él esté totalmente en contra de la monogamia en general, ni de las relaciones comprometidas a largo plazo en específico; ambas cosas son aceptables, mientras la exclusividad sea realmente deseada y mientras el compromiso sea un sentimiento, en lugar de ser una promesa eterna o un contrato.
En fiiiiin, todo esto para decir que a Brown le interesa discutir tanto acerca de relaciones humanas en sus diferentes presentaciones – amorosas, amistosas, sexuales (gratis o pagadas), románticas, mixtas –, como acerca de la intervención estatal en esas relaciones, incluyendo pero no limitándose a la despenalización de la prostitución. Y, más importante, para decir que trata esos temas, especialmente cuando se mezclan, en su nueva memoria ilustrada, publicada a principios del mes pasado por Drawn and Quarterly, titulada Paying for It.
Paying for it es un recuento autobiográfico que se enfoca en experiencias y conversaciones que Brown tuvo desde 1996 hasta el 2010, relacionadas principalmente con su decisión de que adquirir los servicios de prostitutas era la mejor opción para conciliar sus dos deseos en conflicto – su deseo de copular versus su deseo de no tener novia.
Los dibujos son bastante atractivos, en blanco y negro, pequeños, y ordenados uniformemente en un arreglo cuadriculado convencional; simples pero con particularidades interesantes. Por ejemplo, hay extremadamente poca variación en las expresiones faciales, de los personajes que tienen cara (Brown no muestra la cara de las prostitutas, ni les varía mucho características como color de piel y pelo, en gran parte por asuntos de privacidad).
Además, hay un efecto de enmarcado que no siempre está presente, pero que adquiere especial presencia en los encuentros sexuales y, a través de la magia de los cómics – y para agregarle más morbo e incomodidad a todo el asunto –, también podemos apreciar lo que Brown pensaba durante esos encuentros (p.ej., “Hostil, no muy bonita, no hubo sexo oral – no hay propina para esta”).
Brown dice que su principal motivo para hacer el libro fue su interés en comenzar una polémica con relación al tema de la prostitución. De hecho, 50 de las 280 páginas Brown las dedica a presentar no sólo apéndices con nombres como “La normalización de la prostitución” y “La comercialización de lo sagrado” y “Más acerca de la normalización de la prostitución” sino también notas explicativas de capítulos o distintos momentos del libro, incluyendo notas acerca de los apéndices – todo para poder desarrollar más sus argumentos y respaldarlos con bibliografía de expertos en el tema.
Claro, ciertas personas podrán encontrar muy incómodo enterarse de ciertos detalles de algunos de los encuentros que Brown ha tenido con prostitutas (me incluyo dentro de esas personas). Ciertas otras personas puede que no se terminen de creer que Brown esté tan en contra del amor romántico como lo dice, y hasta piensen que está reprimiendo sus emociones o teniendo una crisis de mediana edad. También están las personas a las que no les importa una mierda el tema.
Nada importa; Chester Brown sabe emocionar e interesar a personas acerca – y dentro – de su libro, sin importar lo perturbadoras que encuentren ciertas partes de sus encuentros con las prostitutas, lo frustrante que les parezca, por ejemplo, que no le diga novia a la ex-prostituta con la que está en una relación monógama desde hace varios años, o lo dolorosamente aburrido que les parece el tema principal. Es decir, es una lectura recomendada para cualquiera.
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