Paz Encina nace en 1971 en el Paraguay, un país con una historia cinematográfica muy limitada. Como lo de ella era el cine, se va a Argentina a estudiar en la Universidad del Cine de Buenos Aires, institución en la que consigue licenciarse en Cinematografía en el año 2001. Pero desde 1996 ya había empezado a obtener aclamación y galardones con cortos como "Rastros", "La siesta", "Los encantos del jazmín" y "Supe que estabas triste". Gracias a ese temprano éxito, logró atraer la atención de productores internacionales de la talla de Lita Stantic que la ayudarían a realizar su primera película.
La Hamaca Paraguaya (2006), primer película hablada en guaraní, se desarrolla íntegramente en un solo día, de amanecer a anochecer, en un aislado paraje selvático del Paraguay. El año es 1935 y la Guerra del Chaco, entre Paraguay y Bolivia, se encuentra en su etapa final. Nuestros protagonistas, Cándida (Georgina Genes) y Ramón (Ramón del Río), son una pareja de ancianos cuyo hijo, Maximiliano, se marchó con el ejército para combatir en la guerra. La mayor parte del día la pasan discutiendo acerca del paradero de su hijo, el extenuante calor que los envuelve, la perra que no deja de ladrar y la tristeza que los embarga a ambos. En el transcurso del día, se darán cuenta que la Guerra ya ha terminado y que su hijo nunca volverá a su lado.
Este filme ha sido reconocido por emplear un lenguaje visual muy riguroso y restrictivo, con un número muy limitado de planos y encuadres y una cámara completamente estática; durante más de la mitad de la película lo único que vemos es una lejana toma estática del claro en la selva en el que está colgada la hamaca. Los diálogos (todos en guaraní) aparecen solamente en voice-over, incluso los personajes nunca mueven sus bocas en cámara (aún cuando están hablando). El efecto es un poco desorientador, resaltando una falta de unidad interna, tal vez causada por la muerte del hijo soldado (el cual también tiene una aparición exclusivamente vocal que se podría describir como fantasmal).
La rigurosidad continúa con la cara de los dos personajes, las cuales nunca aparecen en close-up y lo más que vemos de ellas son tomas de perfil. Nunca vemos a los personajes de frente, la mayoría de tomas se encuentran a una distancia que hace difícil distinguirles los rasgos. Esto puede ser un comentario acerca de cómo los paraguayos, al prácticamente no tener un cine nacional, no tienen una cara ante el mundo exterior. O a lo mejor para indicar que estos dos personajes no son solo individuos sino que son representativos de toda la paraguayada, con su melancólico y colectivo anhelo por un futuro mejor. Lo que es cierto es que la relativa radicalidad formal de la película no está ahí por pura indulgencia sino que es el cimiento que sostiene toda la película.
Claro que Hamaca Paraguaya no es solamente una película aplaudible por su austeridad formal. El relato del filme vale la entrada por sí mismo, una conmovedora historia acerca del paso del tiempo, la desesperanza, la melancolía y la mortalidad contada de la manera más simple posible: con la incesante discusión de dos viejos cuyo deseo por la vida parece haber terminado y que parecen unirse solo por medio de la hamaca paraguaya, el símbolo del puente entre la vida y la muerte. Paz Encina ha comentado en entrevistas que en su película buscaba representar el temperamento del paraguayo: tranquilo y melancólico. Esa impresión es lo que nos queda después de ver Hamaca Paraguaya la cual cierra, en sus últimos segundos, con una tormenta que se avecina. Premonición tal vez de que, a pesar de que la Guerra ha terminado, los problemas para el Paraguay están lejos de resolverse.
La Hamaca Paraguaya ha sido presentada como la primera película producida en Paraguay desde los 70’s y la primera en haberse estrenado en Cannes. Investigando un poco más, me encontré con otras películas paraguayas (algunas en coproducción con Brasil) que se han filmado desde los años noventa. Pero encontrar algo de estas películas en la Internet es prácticamente imposible. Sospecho que en el mismo Paraguay las cosas no deben ser muy diferentes. Algo que no debería sorprender ya que, si consideramos su pobreza y estrecho mercado interno, Paraguay no es un país optimo para servir de terreno fértil para una industria cinematográfica. Aún así, cada pueblo se merece un cine nacional, un cine que permita darle una cara humana de ese país al resto del mundo. Paz Encina ha empezado ese proceso con su sobresaliente Hamaca Paraguaya, una de las mejores películas latinoamericanas de los últimos años y un más que digno debut del Paraguay en la escena cinematográfica internacional.
Encina se encuentra trabajando actualmente en su segunda película, "La belleza de la infancia".
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