miércoles, 5 de agosto de 2009

Nuevos Cineastas Latinoamericanos: Chile

Tony Manero (Pablo Larraín, 2008)

Santiago, 1978. Estamos en plena dictadura de Pinocho y en el apogeo de su represión de disidentes al régimen pero, para Raúl Peralta (Alfredo Castro), un hombre taciturno e intenso de unos cincuenta años, lo más importante no es la política, sino una película. Saturday Night Fever, para ser exactos. Decidido a imitar perfectamente todo los movimientos de Tony Manero, el personaje interpretado por John Travolta en esa película, Raúl visita diariamente el cine local en el que, acompañado con su traje de Tony, recita en voz alta todos los diálogos de la película al mismo tiempo que estudia las rutinas de baile. Esto porque Raúl planea realizar una presentación coreográfica basada en la película en el pequeño escenario del bar-pensión en el que vive Para asegurarse de que tal presentación sea lo más exitosa posible, Raúl no se detendrá ante nada ni aceptara un no como respuesta. Aunque eso implique que tenga que recurrir al homicidio.

Raúl es un personaje inescrupuloso, frío y sin emociones que aún así pareciera tener un magnetismo que lo hace atractivo ante la gente. O por lo menos ese es el caso con las tres mujeres con las que vive quienes lo desean (inexplicablemente). sexualmente. lnescrupuloso pero atractivo? Suena familiar? Suena a típico dictador, suena a Pinocho. Raúl es el prototipo de hombre fuerte que nace en un ambiente de represión y autoritarismo. Individualista (él TIENE que ser el mejor imitador de Tony Manero), impune (comete sus asesinatos sin que nadie lo culpe de ellos), opuesto al cambio (rompe en furia cuando el cine deja de presentar Saturday Night Fever), obsesionado con las influencias externas (creo que ya quedó claro que el tipo es un imitador de Tony Manero) e incapaz de mantener relaciones afectivas (se muestra indiferente ante las mujeres que se sienten atraídas por él).

Y el resto de personajes? En realidad, no son muy diferentes. Obviando el comportamiento destructivo de Raúl, los demás miembros de la casa se sienten atraídos ante su virilidad (aunque irónicamente al tipo ni se le para) y combatividad. Y cuando no están tratando de llevarse a la cama a Raúl, prefieren ver shows de variedades en la televisión y montar coreografías de películas estadounidenses antes que actuar en contra del régimen (con la excepción de uno de los personajes, al cual Raúl casi que literalmente le caga encima). Visualmente, la película está filmada con cámara handheld y una iluminación oscura que le da un toque de claustrofobia muy apropiado. El mensaje es claro. Una sociedad que prefiere mirar al otro lado en vez de denunciar la impunidad es terreno fértil para la aparición de un ser humano inmoral.

Esta es la segunda película de Larraín. Anteriormente había debutado en el 2006 con Fuga.

La Sagrada Familia (Sebastián Campos, 2004)

Es Viernes Santo en una casa de playa en la costa chilena. Marco (Néstor Cantillana) y sus padres esperan la llegada de la novia de este, una estudiante de actuación llamada Sofía (Patricia López), quien pasará el fin de semana con ellos. Pero poco después del arribo de Sofía, la madre de Marco debe irse de emergencia a Santiago por lo que nada más quedan Sofía y los dos hombres, hijo y padre. Este ultimo empezará a sentir una atracción cada vez mayor por Sofía al mismo tiempo que Marco comienza a sentirse disgustado con el comportamiento provocativo de su novia por lo que busca la compañía de sus vecinos: la solitaria y callada Rita (Macarena Teke, mi futura esposa) y Aldo (Mauricio Diocares) y Pedro (Juan Pablo Miranda), una pareja gay en crisis.

Esta es probablemente la película chilena que me gustó más (sin que por eso sea la mejor, claro). Poco puedo hacer para resistirme ante este tipo de dramas medio romanticones que involucran a familias aburguesadas, locaciones atmosféricas y chicas sutilmente atractivas (ya mencioné a Macarena Teke?). Fuera de esos fetiches personales, el punto fuerte de la película es su naturalismo. Filmada en cámara digital y con la mayoría de diálogos improvisados, el filme tiene un carácter documentalesco muy marcado. Esto me parece bienvenido en este tipo de dramas familiares. Con eso no me refiero a que sea necesario que parezcan documentales pero si que tengan un naturalismo que nos permita pensar que estas personas puedan existir en vez de ser simplemente creaciones de un guionista.

Por ahí el punto débil de la película es que trata de incluir demasiados temas taboo en un solo paquete. El nombre de la película y el hecho de que sus acciones transcurran en un fin de Semana Santa evidentemente apuntan a criticar la doble moral en una sociedad que se dice públicamente religiosa pero que en el ámbito privado se comporta lejos del ideal católico. Pero el subplot de la pareja gay honestamente no va a ningún lado y pareciera ser incluido solo para molestar a los conservadores. Y bueno, hay un momento de la película en el que Marco se le viene en la cara a su novia. Pero eso ya es otro asunto.

Esta es la opera prima de Campos. Su segunda película, Navidad, fue estrenada este año.

En la cama (Matías Bize, 2005)

Daniela (Blanca Lewin) y Bruno (Gonzalo Valenzuela) hacen el amor apasionadamente en una habitación de motel apenas horas después de conocerse en una fiesta. Confrontados con tener que pasar todo el resto de la noche juntos, deciden empezar a hablar para conocerse un poco mejor. Para cuando amanezca y sea la hora de partir caminos, ambos habrán llegado a un clímax, no solo físico, sino también emocional.

En La Cama es un interesante experimento minimalista que bien podría funcionar de mejor manera como una obra de teatro (la trama de la película literalmente ocurre en una cama). Esto porque cinematográficamente no es muy interesante, el centro de atención son el guión y los actores. Más bien las pocas escenas en que el director trata de hacer algo “creativo” (como el uso de una split-screen) se sienten fuera de lugar. Los actores son adecuados, no tienen un exceso de carisma ni magnetismo pero son lo suficiente interesantes y realistas. El guión, lo principal, tiene altos y bajos. Las partes más emocionales suelen lograr su cometido, pero cuando los personajes hablan de banalidades para pasar el tiempo, pues uno desearía pasar el tiempo en otro lado. Al final, la película nos parece decir que no hay sexo sin amor. Lo uno es el complemente de lo otro. Y el sexo por puro placer carnal? Poco más que masturbación en pareja.

Esta es la segunda película de Bize. La primera, filmada en una sola toma ininterrumpida, fue "Sábado, una película en tiempo real"(2003). Su más reciente filme, ambientado en Barcelona, es Lo Bueno de Llorar.

Mi Mejor Enemigo (Alex Bowen, 2005)

Diciembre de 1978. Chile y Argentina están a días de comenzar un enfrentamiento armado por la disputa de la soberanía sobre un grupo de islas patagónicas. En el sur del país y cerca de la frontera con Argentina, una patrulla encargada con la misión de servir de avanzada para el ejército chileno rompe accidentalmente su brújula y se pierde en la inmensa monotonía de la Pampa. Sin saber si se encuentran en Chile o Argentina, deciden cavar una trinchera en espera de refuerzos. Pero, para su sorpresa, pronto encontrarán que una patrulla argentina se ha instalado a tan solo unos metros de donde se encuentran. Ambas patrullas, perdidas y sin saber exactamente cual es el estado bélico entre sus respectivos países, deberán escoger entre la cooperación o la hostilidad en medio de la soledad patagónica.

Para ser franco, las películas de guerra ya me tienen hasta el cuello. Y eso lo digo sabiendo que una de ellas, La Delgada Línea Roja, es (dependiendo al día) mi película favorita de todos los tiempos. Pero muchas películas de guerra se contentan con ponerte unas cuantas escenas épicas, muchas lagrimas, una decena de caras anónimas con casco con las que uno debería identificarse, un par de litros de sangre y empalagarte con el mensaje de que la guerra es fútil y estúpida. Y esta película nos dice lo mismo. La guerra es fútil y tonta porque en realidad todos somos hermanos. Nada nuevo. Claro, que en esta ocasión en realidad no hubo guerra. El conflicto chileno-argentino nunca estalló y ese es el punto curioso de este filme, ya que esa guerra-que-no-fue es un hecho que ha pasado desapercibido en los anales de la historia. Pero hasta ahí. llega lo interesante Si les gustan las películas pacifistas de guerra, no es mala opción. Está bien hecha, de eso no hay duda. Pero si ya están aburridos de ellas como yo, esta no aporta nada especial que no se haya visto antes.

Hasta el momento, esta es la única película de Bowen.

Paréntesis (Francisca Schweitzer y Pablo Solís, 2005)

Camilo (Francisco Perez-Bannen) tiene 28 años, sufre de insomnio, toma un coctel de pastillas cada mañana y trabaja por las noches en un negocio de video. Cansada de su actitud irresponsable e impredecible, su novia Pola (Sigrid Alegría) decide pedirle una semana de distanciamiento mutuo (el paréntesis del titulo) para reflexionar acerca de la dirección hacia la que va su relación. Camilo acepta deprimido resignándose a la idea de que ya perdió a la Pola. Pero durante esa semana, Camilo conoce a Mikela (Carolina Castro), una excéntrica adolecente de 16 años que le enseñará (sin darse cuenta) a vivir una vida más armoniosa, saludable y normal en cuanto a patrones de dormir se refiere.

Paréntesis se siente como una película realizada por estudiantes de cine recién graduados. Filmada en cámara digital y con poco presupuesto, Schweitzer y Solis condensan aquí todas sus influencias cinematográficas y todos los trucos que aprendieron en la universidad. Tanto así que da la sensación de que agotaron todas las herramientas del programa de software que utilizaron para editar la película. Pero no está mal, eh. La película se ve barata. Y la constante referencia a personajes del cine estadounidense ya perdió su gracia hace unos años (hay un personaje principal que es una obvia versión chilena de Silent Bob, por ejemplo). Pero es una película bonita con personajes excéntricos y entrañables (muy al estilo del cine indie gringo) pero que también explora, aunque no a mucha profundidad, el lado oscuro de esa excentricidad: los desordenes mentales (Mikela es esquizofrenica).

Este es el único largometraje realizado por ambos directores.

Play (Alicia Scherson, 2005)

Cristina (Viviana Herrera) es una enfermera indígena proveniente de las zonas rurales que cuida en un espacioso apartamento santiagueño a un moribundo anciano de descendencia húngara. Tristán (Andrew Ulloa) es un joven y exitoso arquitecto judío que acaba de ser abandonado por su esposa. A pesar de tener orígenes tan dispares, los caminos de ambos personajes se entrecruzarán cuando Cristina encuentra en la basura el maletín de Tristán y, con la información de él que encuentra ahí, decide empezar a seguirlo/espiarlo para averiguar más de este hombre tan diferente a ella.

De esta película no entendí nada. En serio, nada. Bueno, la película sí la entendí. Lo que no entiendo es el buen recibimiento que obtuvo (fue la película chilena más aclamada de su año) ¿Aparentemente la gente conectó con estos personajes? A mi me parecieron lo más aburridos del mundo. Imposible que me importara un comino lo que les pasara. A la esposa de Tristán (que supuestamente era la esposa perfecta y lo había dejado por ser un desinteresado) se le congelaba la sangre de lo fría que era. Tristán mismo era una hoja en blanco. Cierto, estaba sufriendo porque su esposa lo había dejado y su vida no iba a ningún lado. Pero no había mayor profundidad emocional, y la tibia actuación de Ulloa no ayuda en nada. Y Cristina, nuestra heroína, pues a la chica le gustaba Santiago. Y caminar. Y jugar Street Fighter. Y se sentía un poco sola entonces empezó a seguir a Tristán. Na’ más.

La película si le hace honor a su nombre, es juguetona. Algunas escenas tienen toques creativos (los tres personajes persiguiéndose sin darse cuenta, Cristina agarrando a golpes a una mujer como si fuera una pelea de Street Fighter). Y el filme nos deja con el mensaje perdurable de que los encuentros y separaciones de la vida son simplemente resultado de un juego de azar en el que un día nos podemos encontrar solo para nunca vernos más. Pero hasta ahí llega lo positivo que pude encontrar. A mucha gente le gustó, eso es claro, pero en lo que a mí me concierne, fue una perdida de tiempo.

Esta es la primera película de Scherson. Su segunda película, Turistas, fue estrenada recientemente.
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Próxima estación: el altiplano boliviano. Pero antes, una breve escala en Paraguay.

3 comentarios:

Jochen dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Jochen dijo...

Excelente post! Me interesa mucho el cine chileno, me gustaría ver un review de "La Nana".
Por cierto, como ha conseguido estas peliculas?
Yo sé que el internet es mi amigo pero la calidad de sus peliculas no.

Manfred Vargas dijo...

La Nana la tengo pendiente.
Y je, las películas las consigo en internet. La mayoría de las latinoamericanas las consigo en taringa. Casi todas son dvdrips entonces suelen tener una muy buena calidad (por lo menos considerando que estamos bajando películas ilegalmente para la computadora).

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