martes, 26 de octubre de 2010

La Chop Shop en Música en 24 Horas

Música en 24 Cuadros es un programa radial que busca descubrir la música que acompaña la imagen en la gran pantalla. En otras palabras, es un programa de radio para hablar de cine y música. Se transmite todos los martes por Radio Farolito, una emisora por internet impulsada por el Centro Cultural de España, y es producido por Roberto Jaén y Andrés Brenes.

Hace unas semanas me invitaron al programa para hablar de The Man Without a Past y del cine de Aki Kaurismaki en general, aprovechando además para poner algunas de las canciones más memorables de esa película. Ya el programa se transmitió pero en la página de Radio Farolito pueden husmear los archivos de Música en 24 Cuadros y encontrar podcasts con todos los programas. Yo aparezco en el programa 19. Y si quieren leer más del cine de Kaurismaki, aquí está un artículo que escribí para 89decibeles ya hace un par de inviernos.

La semana pasada fui invitado de nuevo para hablar acerca de Blue Velvet de David Lynch. En las próximas semanas probablemente se estará transmitiendo ese programa. Estén atentos.

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Ya que mencioné a 89decibeles, aprovecho para rescatar mis más recientes dos columnas que escribí para esa página.

La primera se titula "Viva el cine alternativo, cabrones" y, como se podría esperar, es una defensa del cine alternativo frente a los embates del comercialismo y las audiencias que lo consumen.

En realidad, está lejos de ser mi mejor columna y el argumento principal carece de bases para sustentarlo. Pero me sirvió para escupir algunas de las opiniones que mantengo acerca de la producción del cine y su consumo por el público. Leanla aquí.

La última, en cambio, tiene un estilo similar a mis otras columnas, lo que significa que prácticamente es un artículo. Esta vez hago un repaso por el "cine-diario" de cineastas como Jonas Mekas (de quién hablé recientemente en mi escrito acerca del cine de migrantes), Peter Hutton, David Perlov y Jonathan Caouette. Películas Caseras se llama la columna. Aquí les dejo un teaser:

Pero el cine es amplio y ecléctico y, aunque muchos lo consideren como un medio que debe dedicarse a la exposición de narrativas, varios cineastas han decidido trascender esas cualidades para enfocarse en una exploración de la vida común y corriente, con todo lo banal y lánguido que esta implica, pero también con lo hermoso, mercurial e irrepetible que se encuentra en ella.

¿Y qué mejor manera para capturar estos momentos que filmando todo lo que nos rodea, como si la cámara fuera un cuaderno abierto, un diario, en el que se escriben los momentos de la vida de nuestros seres queridos y de nosotros mismos?


Lean el resto por acá.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Cartografías Radicales

Mapa punteado de la ciudad de Detroit. Elaborado por Eric Fischer. Los puntos rojos representan a la población blanca, los azules la población negra, los anaranjados la población hispana y los verdes la asiática.

Hace algunos días me encontré con el flickr de Eric Fischer y su increíble colección de mapas punteados. Estos mapas lo que hacen es mostrar, con base en la información demográfica del censo del 2000, la distribución racial y étnica de algunas de las principales ciudades de los Estados Unidos.

Los mapas son interesantísimos, atractivos e informativos, mostrándonos de una manera directa y gráfica la naturaleza segregada de las ciudades estadounidenses. Detroit, ciudad de la que hablé aquí mismo hace unas semanas, es un caso paradigmático. El mapa (arriba) muestra claramente un centro mayoritariamente afroamericano (en azul) rodeado por expansivos suburbios habitados por blancos (en rojo). Aunque Detroit es un caso extremo, semejantes conclusiones se pueden sacar de las otras ciudades, incluso algunas que uno consideraría un poco más integradas como Nueva York y Chicago.

De hecho, fue un mapa punteado de Chicago, elaborado por Bill Rankin, el que sirvió de inspiración a Fischer para realizar sus propios mapas. Este mapa de Chicago cuenta con el agregado de que, no solo muestra la distribución racial, sino que también explora la distribución económica de la ciudad, lo cual nos enseña claramente que, por ejemplo, las zonas con menores ingresos económicos son aquellas dominadas por negros e hispanos mientras que las áreas más opulentas están pobladas principalmente por blancos.

Mapa punteado de la ciudad de Chicago. Elaborado por Bill Rankin. Medición del
nivel de ingreso per cápita, siendo los puntos de color azul los de menor ingreso y
los puntos de color rojo los de mayor ingreso.

Rankin, por su parte, es un historiador y cartógrafo de Harvard cuyo sitio web, Radical Cartography, se encuentra cargado de llamativos mapas que estudian desde los sistemas de transporte subterráneo estadounidenses hasta las posesiones territoriales en el Ártico, pasando por mapas circulares que buscan poner a prueba la hipótesis de la "dona" (la cual dice que las ciudades crean círculos concéntricos de riqueza y pobreza).

Llevo días obsesionado con estos mapas, intrigado por las posibilidades representativas que esconden. Una imagen vale más que mil palabras, dicen algunos, y este tipo de cartografía es una prueba gráfica y clara de las desigualdades raciales y socioeconómicas que se encuentran en las ciudades más importantes del mundo.

Sería interesante observar mapas parecidos pero enfocados en las ciudades de América Latina, África, Asia y Europa, para poder observar las dinámicas espaciales de diferentes zonas del mundo. Incluso sería interesante realizar un proyecto así con las ciudades de Costa Rica para descubrir el grado de segregación y suburbanización que ha venido sufriendo nuestro país. Sospecho que los resultados serían sorprendentes.

Aunque, claro, para eso primero tenemos que hacer el censo.

martes, 21 de septiembre de 2010

Cine en migración

Este mini-ensayo fue publicado originalmente hace unos días en el blog del Observatorio de Migración de Costa Rica. Lo reproduzco aquí con unas mínimas alteraciones.

El Norte (dir. Gregory Nava, 1983)

La migración es un proceso que suele ser desestabilizador y doloroso para aquellos que deben emprenderlo, los cuales se ven obligados a abandonar sus lugares de origen para arribar a países en los que muchas veces son discriminados o tratados como inferiores. Pero las migraciones también esconden un potencial creativo enorme, dando la oportunidad de que las tradiciones autóctonas de los migrantes y la cultura propia del país que los recibe se combinen de las maneras más interesantes, muchas veces creando expresiones artísticas enteramente originales.

El cine no escapa de esa tendencia. Solo basta con observar la vasta influencia en que tuvieron en los anales del cine directores como Fritz Lang, Billy Wilder y Ernst Lubitsch, alemanes que huyeron de la Alemania Nazi para afincarse en Estados Unidos y dejar una marca indeleble en la historia de Hollywood.

Hoy en día los directores migrantes y las películas que exploran el tema de la migración son más predominantes que nunca, en parte gracias a un mundo cada vez más globalizado en el que las fronteras se hacen difusas y la migración (legal e ilegal) se convierte cada vez más en un tópico de discusión común.

Tal vez una de las primeras películas contemporáneas en explorar el tema de la migración fue El Norte (1983), dirigida por el mexicano-estadounidense Gregory Nava, en la que un par de hermanos huyen de una Guatemala en plena guerra civil para tratar de encontrar un mejor futuro en “el norte”. La película combina elementos del realismo mágico con la “road movie” para presentar una visión por momentos optimista, pero finalmente trágica, de la migración ilegal hacia los Estados Unidos.

El director japonés-estadounidense Cary Fukunaga años después realizaría Sin Nombre (2009), una película de temática similar a El Norte pero que involucra elementos actuales como, por ejemplo, la pertenencia a las Maras.

Goodbye Solo (dir. Ramin Bahrani, 2008)

Ramin Bahrani
, un director iraní-estadounidense, es sin duda el principal exponente del cine de migrantes actualmente en Estados Unidos. Con películas como Man Push Cart (2005), Chop Shop (2007) y Goodbye Solo (2008), Bahrani explora las vicisitudes de diversos inmigrantes ilegales, ya sean pakistaníes, guatemaltecos o senegaleses, que intentan ganarse la vida de manera honrada en un ambiente muchas veces hostil pero que, finalmente, termina siendo un espacio para la amistad, la empatía y la superación.

En Europa, Fatih Akin, el director turco-alemán que recientemente fue el sujeto de un ciclo de cine en nuestro país, es uno de loso cineastas jóvenes más aclamados del continente. Reconocido por sus frenéticas películas en las que alemanes de origen turco se enfrentan a las diferencias culturales entre su nación de nacimiento y el hogar de origen de sus padres, Akin brinda una perspectiva diferente y fresca a un cine alemán que últimamente ha sido más conocido por explorar de su turbulento pasado político y militar.

La Haine (dir. Mathie Kassovitz, 1995)

Francia
se ha dado a conocer en los últimos años por sus problemas con la integración social y cultural de sus minorías migrantes, especialmente árabes y africanos. El cine de ese país no se ha mantenido al margen del tema y ya desde 1995 el director Mathieu Kassovitz impactó al mundo cinematográfico con La Haine (El Odio), una visión cruda y realista de la vida de tres amigos en los problemáticos y segregados banlieue a las afueras de París. Otros directores de origen africano, como el argelino Rachid Bouchareb y el tunesino Abdellatif Kechiche, han continuado resaltando en celuloide la vida de los inmigrantes y su contribución a la historia francesa.

Latinoamérica también tiene su sub-género de películas de migrantes, si bien no cuentan con el alto perfil de sus contrapartes estadounidenses y europeas. Ejemplos recientes de esto se encuentran en Bolivia (2001), del argentino Israel Adrián Caetano, un retrato neorrealista de un inmigrante boliviano tratando de ganarse la vida en Buenos Aires, y en El Camino (2008) de la directora costarricense (nacida en Rusia y de origen iraquí y chileno) Ishtar Yasin, el cual vuelve al formato de la road movie para presentarnos la travesía de un hermano y hermana que salen de Nicaragua hacia Costa Rica en busca de su madre.

El Camino (dir. Ishtar Yasin, 2008)

Estas últimas dos películas (al igual que varias de las otras aquí mencionadas) tienen finales que acaban en desdicha y falsas promesas. Pero una visión más optimista e idiosincrática se encuentra en Jonas Mekas, uno de mis cineastas preferidos. Mekas es un inmigrante lituano que se convirtió en una de las figuras principales de la escena avant-garde neoyorquina de los 60’s y 70’s. Sus filmes cuentan con la particularidad de que en realidad son collages de las películas caseras filmadas compulsivamente por Mekas desde el momento en que llegó a Nueva York.

Películas como “Lost, Lost, Lost” (1976) y “Walden” (1969) no solo son sirven como documentación de la escena artística de Nueva York de su época, sino que también son un registro singular de la experiencia del inmigrante en una nueva tierra, llena de oportunidades y de novedosas posibilidades de expresión.

Jonas Mekas y su cámara

Mekas es uno de los fundadores de Anthology Film Archives, uno de los archivos de cine experimental más importantes del mundo, y recientemente volvió a Lituania , en medio de una gran expectativa, para inaugurar el Jonas Mekas Visual Arts Center, el espacio de experimentación artístico más notorio de ese país del Báltico. Un ejemplo más del hijo pródigo que regresa triunfal a su país luego de alcanzar el éxito afuera. La esperanza de todo inmigrante.

domingo, 29 de agosto de 2010

Requiem por Detroit? (Julien Temple, 2010)


En posts anteriores en Discos La Chop Shop he tocado brevemente temas relacionados con afro-futurismo y distopía musical post-industrial, principalmente en relación con Robert Hood, su más reciente disco Omega y su trabajo en general con Underground Resistance, la agrupación de detroit techno más militante y políticamente provocadora.

En esa ocasión mencioné que el hecho de que el lugar de nacimiento del techno haya sido en Detroit no fue ningún accidente, ya que los inquietantes sonidos del género se corresponden con la lenta caída y ruina de la que supo ser una de las mayores ciudades norteamericanas. La música básicamente nos presenta una visión de Detroit como ciudad pionera de la post-industrialización primermundista.

Es ese carácter de Detroit como ciudad post-industrial que el cineasta Julien Temple explora en su reciente documental "Requiem for Detroit?", el cual fue realizado para la BBC y estrenado a inicios de este año. La tesis del documental es que Detroit es una ciudad en ruinas, desierta, peligrosa, sumida en la pobreza y abandonada a su suerte por sus antiguos ciudadanos adinerados (la mayoría blancos) que decidieron irse a vivir a los apacibles suburbios situados en las afueras de la urbe.

La película aprovecha para realizar un repaso por la historia de Detroit, poniéndole especial atención a los inicios de la industria automotriz y su impacto en el desarrollo de la ciudad. Cuna del fordismo, de la línea de ensamblaje y hogar de las Tres Grandes compañías automovilisticas de Estados Unidos, Detroit era un símbolo del futuro de la humanidad, una ciudad a la vanguardia mundial en los campos de mecanización y tecnología. Debido a esto, miles de personas migraron hacia la ciudad en busca de trabajo, convirtiendo a Detroit en la cuarta ciudad más grande de los Estados Unidos a mediados de siglo pasado. Dentro de esos trabajadores, se encontraba una gran cantidad de negros quienes, huyendo de la pobreza y la discriminación que sufrían en el Sur del país, realizaron la Gran Migración hacia Detroit (entre otras ciudades del Norte y Pacífico).


Pero la discriminación y el prejuicio no estaban ausentes en Detroit y los trabajadores negros y sus familias fueron obligados a vivir en barrios designados especialmente para su raza. Si un negro quería pasarse a vivir a un barrio de blancos, Temple nos cuenta, estos lo acosaban de tal manera que no había remedio más que irse del barrio. Lo que había en Detroit, como en muchas otras ciudades estadounidenses, era un estado virtual de apartheid en el que las zonas pobladas por negros contaban con servicios de menor calidad, provocando el descontento de su población.

Además, varios barrios afroamericanos fueron destruidos por el gobierno local con la intención de construir más carreteras y autopistas, aprovechando así el ímpetu automovilistico de la ciudad. Eventualmente los ghettos estallarían en llamas en 1967 en rebelión abierta contra los intereses políticos, económicos y sociales que los seguían discriminando.

Ante esta revuelta, la mayoría de blancos abandonaron la ciudad por los suburbios, al punto de que actualmente Detroit es una ciudad con una población negra del 81.3%. Pronto, la industria automotriz se vería severamente afectada por la competencia europea y japonesa y, al no poder reestructurarse, comenzó a perder su cuota de mercado. Las fábricas empezaron a cerrar, el desempleo aumentó vertiginosamente y con él también lo hizo la pobreza y la criminalidad. Por mucho tiempo dependiente de una sola industria, Detroit no encontró forma de superar la caída de las Tres Grandes. La crisis inmobiliaria y financiera de los últimos años vendría a ser el golpe final a los ya falseados cimientos de la ciudad.


El documental le dedica buena parte de su tiempo a relatar toda esta historia, con base en fotografías, newsreels, extractos de otras películas, sonidos de la variada tradición musical de la ciudad y entrevistas con algunos de sus habitantes nativos. Pero lo que en realidad le interesa a Temple es el presente de Detroit y la aparentemente desesperada situación en la que se encuentra.

Y es aquí cuando la película entra en terreno problemático. La estrategia seguida por Temple para mostrarnos la degradación de la ciudad es la de filmar a varios de sus entrevistados mientras conducen, usualmente en descapotados, por las calles de Detroit. Pero no son cualquier calle ya que, con unas pocas excepciones, da la impresión de que las áreas más visitadas por nuestros conductores-guías son aquellas que pertenecen a los barrios más económicamente deprimidos de la ciudad.

No solo eso, sino que Temple siente la necesidad de enfatizar el aspecto post-apocalíptico de estos barrios con la introducción de efectos de sonido "dramáticos" y "peligrosos" como balazos y el ruido de vidrios rompiéndose, lo cual le da un aspecto artificial al documental y da la impresión de de que la película no es tanto una visión de la ciudad tal como es, sino que sigue una visión particular de sus creadores.


Eso no tiene en sí nada de malo. Todos sabemos que es mentira que los documentales son completamente objetivos, tal cosa es imposible. Pero Temple, quién no conocía Detroit hasta unos meses antes de empezar a filmar el documental, evidentemente quedó fascinado por aquellas zonas de la ciudad que más han sufrido las vicisitudes económicas y por lo tanto enfocó su película en esa dirección. Esto va unido con un pensamiento que se encuentra plasmado por todo el documental de que Detroit es el primer ejemplo de la ciudad desarrollada del futuro, una ciudad "post-Americana" y post-industrial en la que las ruinas de los edificios abandonados empiezan a ser tomadas por la vegetación, las bandas de criminales peligrosos controlan los barrios y las calles de la ciudad se encuentran perturbadoramente vacías.

El último ejemplo, el de las calles de la ciudad en estado de solitud, parece especialmente manipulado por el director. En una escena, uno de los conductores asegura estar manejando por una de las arterias principales de Detroit en "hora pico" y la imagen nos muestra si acaso a 3 o 4 carros más pasando por la autopista. Cierto, Detroit ha perdido casi 2/3 de la población que tenía en los 50's. Pero esta es una ciudad que todavía cuenta con más de 900.000 habitantes. Ciudades más pequeñas como la nuestra, San José, sufren de congestiones viales considerables a todas esas horas. Es imposible que una ciudad como Detroit no las experimente.


Ese ejemplo se inscribe en esa línea de mostrar a Detroit como una ciudad de un futuro distópico. Al ver el documental, uno jura que en Detroit ya no vive nadie, excepto negros desempleados y drogadictos, pero eso claramente no es así. Detroit se sabe que es una ciudad problemática que enfrenta enormes desafíos pero Temple parece encontrar particular interés en los aspectos negativos de la ciudad, dejando de lado cualquier otro tipo de consideración acerca del presente de la ciudad. A excepción de, y esto vale la pena resaltarlo, un breve rayo de esperanza al final del documental, básicamente la razón por la que el título de la película tiene un signo de interrogación al final.

No, el futuro de Detroit no está en la revitalización económica e infraestructural del centro de la ciudad, ni en la atracción de mayores inversiones o en un mejoramiento del servicio de transporte público. El futuro de la ciudad, según Temple, pareciera encontrarse en actividades innovadoras como la agricultura urbana, la cual ha tomado auge en algunos sectores de la ciudad, especialmente en aquellos en que propiedades han sido quemadas o abandonadas. Esos terrenos dejados al olvido ahora son utilizados por los habitantes de esos barrios para sembrar huertas, ayudando a regenerar el aspecto visual y social de los barrios al mismo tiempo que garantiza una alimentación saludable a quienes se benefician de los productos del huerto, incluso con la posibilidad de comerciar el excedente.

Lamentablemente la película no ahonda en detalle acerca de iniciativas como esta o la del Projecto Heidelberg, un proyecto artístico ideado por Tyree Guyton que busca regenerar un barrio de Detroit por medio del arte. Las menciones a estas actividades son incluidas en una especie de epílogo que busca dejar espacio para la esperanza, pero el grueso de la película se enfoca en el "réquiem" más que en el "?".


Requiem for Detroit? es un documental interesante y provocador, recomendado para aquellos que quieran conocer más del ascenso y caída de una gran ciudad. Pero una más profunda exploración de las posibilidades de regeneración e innovación en las ciudades post-industriales del siglo XXI quedará como tarea pendiente para otro documental.

Requiem for Detroit? se puede ver entera aquí por medio de YouTube.


martes, 24 de agosto de 2010

Café Lumiére / Reflexiones de un escritor improvisado / El Portalvoz

La última vez que fuimos a Disneyworld, hace ya algunos años, mis padres decidieron rentar un carro y conducir ellos mismos. Por consiguiente, nos perdíamos casi diariamente. Mi padrastro, como todo hombre de cualquier clase social, no se inmutaba y nos aseguraba que no había de qué preocuparse, que pronto encontraría el hotel. Durante estos frecuentes paseos nocturnos por las calles de Orlando, yo miraba por la ventana, cegado por las brillantes luces del Primer Mundo.

Pero después de algunos días, el panorama me empezó a aburrir y poco a poco me fui dando cuenta de la razón por la que siempre nos perdíamos. No era exactamente porque mi padrastro fuera un conductor incompetente. Era, más que todo, porque cada entrada, cada cuadra y cada avenida eran prácticamente iguales la una de la otra.

- Las ciudades del futuro


Mi más reciente columna para 89decibeles fue publicada el jueves de la semana pasada. En ella hablo de las "ciudades del futuro" y de algunas películas que muestran una visión particular acerca de lo que el futuro puede traer para nuestra ciudades, con especial énfasis en Requiem for Detroit, un interesante documental del británico Julien Temple acerca de una de las ciudades más peligrosas y deprimidas de Estados Unidos (espero colgar un review de ese documental en los próximos días).

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La escritura de esta última columna fue interesante para mí ya que mi modus operandi al escribir estas columnas usualmente consiste en escoger un tema un par de semanas antes de la fecha de publicación, hacer una lista de películas vinculadas a ese tema, verlas y luego escribir la columna la noche antes o, incluso, en la madrugada del día de publicación.

Pero esta vez no escogí un tema sino que decidí enlazar varias de las películas que estuve viendo últimamente con la música de la que he escrito en Discos La Chop Shop y tratar de encontrar los puntos en común. Además, la empecé a escribir con varios días de antelación. El resultado de eso fue que la columna estaba quedando como una incoherente y fragmentada meditación acerca de Detroit, el techno, el afrofuturismo y la música militarista, ENTRE OTRAS COSAS.

Por ahí de las 2 de la mañana del mismo jueves pasado me di cuenta que no me gustaba para nada como estaba quedando, le alteré algunas cosas, agregué un par de menciones a películas y una que otra anécdota y, voilá, terminé con una columna dedicada a las ciudades del futuro.

Por alguna razón encuentro más beneficiosa esa manera un poco improvisada de escribir estas columnas. No es exactamente improvisada, las cosas de las que escribo llevan en mi mente un buen rato, pero el escribir la noche o madrugada antes del día de publicación me obliga a darle coherencia a mis pensamientos en una carrera contra el tiempo. Lo cual es bueno para un procrastinador como yo.

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Se me había olvidado anunciarlo, pero desde hace un par de semanas algunos de los posts de este blog y de Discos La Chop Shop serán re-publicados por El Porta (L) Voz, una revista cultural digital de la Asociación de Televisiones Educativas y Culturales Iberoamericanas. Hace un par de semanas re-publicaron un repaso a la filmografía del director chileno Andrés Wood que había escrito originalmente en este blog hace ya varios meses.

Pueden encontrarlo aquí, con fotos más grandes y, en general, una publicación más atractiva que la de este blog (y una mini-biografía de yours truly!).

martes, 27 de julio de 2010

Siempre quise ser un gángster (Samuel Benchetrit, 2007)




Pero no en el siglo 21.

Eso es lo que nos parece decir Samuel Benchetrit en esta nostálgica película llena de humor negro. Compuesta por 4 viñetas separadas más un epílogo, Siempre quise ser un gángster es un filme dedicado a criminales fracasados, ladrones amateur y delincuentes cuyos mejores momentos sucedieron hace mucho tiempo. Lejos de exaltar la figura del gángster, como hasta cierto punto lo hace la película que inspiró su nombre, lo que hace Benchetrit es demostrarnos humoristicamente que la era del criminal glamouroso, atractivo e ingenioso ya pasó a la historia.

Pero, más allá de las buenas actuaciones y el fino guión, lo que logró que la película se me grabara en la mente, hasta el punto que ya la he visto 3 veces, es la conexión que realiza entre la desaparición del clásico gángster y la creciente alienación urbana de los suburbios franceses. Benchetrit sitúa a su película no en una ciudad (ni siquiera sabemos en qué parte de Francia ocurre la acción) sino en un entramado interminable de autopistas, funcionales edificios de apartamentos y restaurantes al borde del camino. Todas estas carreteras y edificaciones se ven prácticamente iguales la una de la otra, lo que resalta el sentimiento generalizado de desorientación del que sufren estos criminales frustrados.



Esta desorientación se observa más explícitamente en el segmento dedicado a los viejos gánsters retirados, quienes, al volver a los lugares de sus antiguas fechorías, encuentran una cafetería (en vez de su escondite) y un McDonald's (en lugar de un banco al que solían robar). Su intento por un último golpe en ese restaurante se ve frustrado, como al igual se ven frustrados casi todas las fechorías retratadas en esta película.

El viejo arquetipo del gángster cinematográfico se encuentra a sí mismo perdido en el estéril entramado de concreto de los suburbios modernos. ¿La pérdida de un iluso sueño infantil como metáfora del fracaso del plan urbano modernista? ¿Un ejemplo cinematográfico de determinismo ambiental en la mente criminal? Siempre quise ser un gángster es un ejemplo de una película que trasciende su tema principal para explorar temas que afectan a nuestras sociedades y ciudades contemporáneas.



Viendo estas imágenes, es evidente la influencia de Antonioni (especialmente películas como L'Avventura y L'Eclisse) en la concepción visual de Benchetrit para esta película. Y al igual que las cintas de Antonioni, este filme tiene a una atractiva actriz en su centro. Sin tener esa expresión de vacío existencial que caracterizaba a Monica Vitti, Anna Mouglalis logra reflejar una combinación de seguridad, tristeza y humor que evita que la película se pierda en sus ocasionales diálogos Tarantinescos.

Mouglalis, además de ser su pareja en la vida real, también será la actriz principal de la próxima película de Benchetrit, Chez Gino. Ojalá que sea solo el inicio de una fructífera colaboración en la pantalla grande.



En el Corazón de la Ciudad (No Hay Amor)

Cuando era joven, más joven de lo que soy actualmente, solía decir que la ciudad no era lo mío. Que lo que a mí me gustaba era la vida en el campo. Una casa en la montaña, rodeada de pinos, envuelta en la bruma. Ese era el sueño. Pero con el paso del tiempo, y a pesar de mi disgusto generalizado por cosas como los molotes y ruidos excesivos que son características del entorno citadino, descubrí cada vez más que sufría de un inexplicable apego a la ciudad; llegando hasta el punto de darme cuenta que, si no estoy en la ciudad, me siento como un extraño.
-(No Hay Amor) En el Corazón de la Ciudad

Así empieza mi más reciente columna para 89db. En ella hablo un poco de mi relación ambivalente con la ciudad (en este caso, San José) al mismo tiempo que aprovecho para darle un repaso a algunas películas que han tocado el tema de la ciudad como eje central: Berlín: Sinfonía de una Gran Ciudad, Koyaanisqatsi, My Winnipeg, Of Time and the City, Los Angeles Plays Itself y London.

Aún cuando no soy una persona muy tolerante de aspectos como los gentíos, la contaminación y el ruido excesivo de las grandes ciudades del mundo, los intentos por capturarlas a estas en celuloide me fascinan. Es más, una película puede ser mediocre, que si logra capturar un ambiente urbano de alguna manera interesante, eso es todo lo que necesito para que me guste la película. En los próximos días espero exponer un poco más mi interés por la cinematografía urbana en este blog.

También el mes pasado publiqué una columna relacionada con el tema de los movimientos revolucionarios setenteros en los países desarrollados, utilizando como ejemplo a La Chinoise, The Baader-Meinhof Komplex y United Red Army. Pueden leer la columna aquí y el resto de mis columnas por acá.

domingo, 30 de mayo de 2010

Always for Pleasure (Les Blank, 1978)


Aquí en La Chop Shop hemos estado siguiendo fielmente a Tremé, la nueva serie de nuestro genio de la televisión favorito, David Simon (ya he hablado de mi apreciación por su trabajo aquí). Una exploración de la ciudad de New Orleans unos meses después del paso devastador del Huracán Katrina, Tremé hasta el momento ha dejado de lado la indagación acerca de las instituciones y estructuras de poder que caracterizó a The Wire para enfocarse en las personas normales y corrientes de la ciudad que luchan por reconstruir sus vidas luego de la inundación.

Claro, el concepto de "normal y corriente" en New Orleans es un poco diferente al que nosotros probablemente podamos tener. Y eso es lo que en parte nos demuestra Always for Pleasure, un documental de Les Blank de 1978 que sirvió de inspiración para los creadores de Tremé a la hora de desarrollar la serie. A Blank lo conocía de un par de documentales centrados en el iconoclasta director alemán (y prócer aquí en el blog) Werner Herzog, Burden of Dreams y Werner Herzog Eats His Shoe, pero también ha hecho carrera realizando documentales acerca de algunas de las escenas musicales más incomprendidas de Estados Unidos como el tex-mex y la polka.

New Orleans y sus tradiciones culturales eran un tema natural para un documentalista como este y Always for Pleasure es el resultado de las grabaciones realizadas por Blank durante la época de carnaval en la ciudad. La película cuenta con pocas entrevistas y las que hay usualmente son muy cortas, lo que el documental intenta hacer no es tanto explicar New Orleans, sino experimentar New Orleans, vivirlo, de cierta manera. Por lo tanto, la cámara participa como uno más en los funerales característicos de la ciudad (jazz funerals, les dicen algunos), en las alegres segunda-líneas, en las celebraciones callejeras del Día de San Patricio (en NOLA, hasta los blancos bailan jazz en la calle) y, claro, en el famoso Mardi Gras.

Buena parte del documental se enfoca en los tribus indias de Mardi Gras, grupos de afro-americanos que se disfrazan con elaborados trajes de indios en fechas especiales como Mardi Gras y el Día de San José. Se dice que la tradición de vestirse como indios empezó como un tributo por parte de los negros a las tribus nativas que acogieron a esclavos fugitivos y lucharon contra el hombre blanco. Y como no puede faltar, también hay un segmento dedicado a la comida de New Orleans en el que nos enseñan como preparar "red beans and rice" y la manera correcta de comer crawfish (o "cangrejo de río").

Para los que han visto Tremé, algunas de estas cosas no serán nuevas. Pero siempre es más interesante ver estas tradiciones y expresiones culturales de primera mano. Si algo tiene de malo este documental, más bien, es que es muy corto. Con apenas 58 minutos de duración, uno se queda pidiendo más.

Otro documental que inspiró a David Simon para hacer Tremé es "Faubourg Tremé: The Untold Story of Black New Orleans" pero no lo he logrado encontrar. Always for Pleasure sí lo encontré, después de mucho escudriñar la web. Queda ampliamente recomendado para todos aquellos fanáticos de Tremé, amantes de New Orleans o simplemente aquellos que quieran dar una mirada a una de las ciudades más idiosincráticas, anárquicas y sorpresivas del continente.

Banjenlo aquí (megaupload).


domingo, 9 de mayo de 2010

Cámara africana

De una forma similar, cuando los franceses y belgas introdujeron el cine a sus colonias en África, la proyección de películas estaba prohibida para los africanos. Esto porque se argumentaba que los africanos no entenderían lo que estaban viendo, se confundirían con las misteriosas imágenes y, por lo tanto, quemarían el lugar y se violarían a unas cuantas blancas. O, peor aún, a lo mejor a esos africanos se les ocurriría hacer sus propias películas y así podrían contar su propia versión de la historia. Para horror de aquellos viejos colonos europeos, lo que sucedió fue lo segundo.
-Luces africanas
A inicios de esta semana se publicó en 89decibeles mi más reciente columna, esta vez dedicada al cine africano. Ya que se asoma el Mundial y África está a punto de estar en la boca de todos, decidí acercarme al cine africano, del que honestamente no conocía prácticamente nada. Estas últimas semanas casi que solo me he dedicado a ver películas africanas y el resultado fue esa columna/artículo. A lo mejor en los próximos días escriba en este blog un poco más acerca de las películas que ví, pero por el momento les dejo la columna.

Y si quedaron con ganas de más, recuerden que pueden revisar todas las columnas que he escrito para 89decibeles aquí.

sábado, 3 de abril de 2010

The White Stripes: Under Great White Northern Lights

Si alguien me pregunta cuál es la banda más importante de la década pasada, seguro le respondería que son los White Stripes o Radiohead. Pero, si me presionan, probablemente me incline por los Stripes. A mí es que la música estadounidense tradicional me encanta y la forma en que los White Stripes la mezclan con ese sonido garage de Detroit termina por ganarle el pulso a las experimentaciones sónicas de los ingleses. Igual, mejor no compararlos.

En el departamento en que los Stripes definitivamente ganan es en el de la idiosincrasia. Desde las restricciones en su paleta de colores (solo usan el blanco, rojo y negro) hasta la historia de la supuesta relación hermano-hermana entre Meg y Jack, estos tipos han confundido a periodistas y fanáticos desde que se hicieron conocidos en la época del White Blood Cells.

Pues bueno, ahora, y después de un par de años en silencio, los Stripes regresan con un documental-concierto acerca de la gira que realizaron por Canadá en el 2007 para celebrar el décimo aniversario de la banda y de una vez promocionar su disco Icky Thump. Aunque siendo los Stripes lo que son, esta no iba a ser una gira como cualquier otra. No, la idea era visitar CADA UNA de las regiones y provincias canadienses (nada más el segundo país más grande del mundo) y, además de los shows programados, realizar mini-conciertos sorpresa en cualquier cafetería, parque o asilo de ancianos que se encontraran.

La premisa es suculenta y si algo se puede lamentar de este documental es que no vemos suficiente de estos conciertos improvisados ya que solo unos cuantos son presentados. El resto son amontonados en un montaje de, si acaso, 3 o 4 minutos. Es más, hay provincias enteras como Ontario y Saskatchewan de las que no vemos prácticamente nada. Uno asume que la banda las visitó pero en el documental brillan por su ausencia.

Ahora, eso es lo que no está, pero lo que SÍ está en el documental es oro. El documental básicamente está compuesto por tres fuentes de metraje: backstage de la gira, los conciertos y una entrevista en alguna cabina en quién-sabe-donde (dato curioso: en una parte de la entrevista aparece un tipo desconocido durmiendo en una cama detrás de Jack y Meg). De la entrevista no vamos a conocer nada muy personal acerca de Meg y Jack. O sea, Jack todavía asegura que Meg es su hermana mayor y el documental no va a contradecir nada de eso. Aunque sí es interesante escucharlo a Jack hablar de su gusto por las limitaciones auto-impuestas y como estas ayudan a que la creatividad florezca.

Lo más interesante del documental, entonces, son los conciertos y el backstage de la gira. Los Stripes son tremenda banda en vivo y las cámaras lo documentan de una manera espectacular. Aquí no hay nada de tecnología digital ni tomas acrobáticas al estilo de Shine a Light, no, para estar acorde con la preferencia análoga de la banda, casi todo está filmado en 16mm en blanco y negro (y un poco de rojo) que hace recordar a viejos rockumentales como Don't Look Back y Gimme Shelter. El resultado es una imagen granulada casi monocromática que le queda perfecta a la banda.

Con respecto al metraje de la gira, aquí es donde se nos presenta más a fondo la historia de dos tipos llamados Jack y Meg. En medio de las idiosincrasias de la gira (viajes en biplanos, conversaciones con alcaldes/traileros, bailes con miembros de los pueblos nativos canadienses), es en los momentos silenciosos en los que podemos conocer un poco más de la personalidad de los "hermanos". Por un lado, Jack, extrovertido, energético, inquieto; el ringleader de este circo. Por el otro lado, Meg, introvertida, tímida, silenciosa hasta el punto en que lo poco que dice tiene que ser subtitulado. En la escena final, Jack canta "White Moon" en un piano con Meg a su lado. Para quién exactamente están tocando no queda claro. El lugar pareciera ser alguna sala o salón sin audiencia aparente. Pero mientras Jack canta, Meg llora. Al final de la canción, Jack trata de consolar a Meg y la abraza.

La relación entre los dos, que en apariencia aparece distante pero que en realidad pareciera ser producto de una compenetración tan profunda que ya las palabras pasan a ser superfluas, bien puede considerarse como una relación entre hermana y hermano. Semanas después del fin de la gira por Canadá, Meg cayó en depresión y el resto de la gira fue cancelada. Los White Stripes se han mantenido en silencio desde entonces.

Bajenlo aquí o, si están forrados, compren el box set desde la página oficial de la banda.

sábado, 20 de marzo de 2010

Freaknik: The Musical


Hubo una época, cuando tenía unos 15 años, en la que me convertí en un adicto a Adult Swim. Mientras otros esperaban el fin de semana para embarcarse en sus primeras experiencias alcohólicas y libidinosas, yo lo esperaba para ver a una albóndiga parlante. Y si estaba en una fiesta u otra actividad social, me devolvía corriendo a cachear la repetición.

Bueno, eso fue como por tres meses. Después de ese tiempo, llegué a la realización de que Adult Swim era una completa estupidez, excepto que uno se encontrara completamente drogado en algún dorm universitario. Y como yo no estaba ni drogado ni en un dorm universitario, decidí separarme amigablemente de Adult Swim.

Cinco años después, nuestros caminos se volvieron a unir brevemente. Esto porque a T-Pain, el bufón oficial de la corte del hip-hop, se le ocurrió producir un especial animado para Adult Swim llamado "Freaknik: The Musical". Freaknik era un festival de spring break iniciado en los 90's por los estudiantes de las universidades históricamente negras de Atlanta que creció tan rápidamente que para fin de esa década atraía a 250.000 fiesteros. Evidentemente, las autoridades de Atlanta no iban a soportar a 250.000 borrachos deambulando por su ciudad y le cerraron el chinamo a Freaknik.

Pues bueno, aquí T-Pain interpreta al Fantasma de Freaknik (Freaknizzle) quién regresa a la Tierra para realizar una última y definitiva versión del famoso festival. Parte del festival incluye una batalla de rap, por lo que un grupo de jóvenes raperos de Florida realizarán el viaje hasta Atlanta con la esperanza de ganarse un "lifetime supply of money, clothes, and hoes". Por otro lado, los miembros de la Boule, sociedad secreta formada por las vacas sagradas de la comunidad afroamericana, intentarán por todos los medios arruinar los planes de Freaknizzle.

El humor, en general, es bastante estúpido. Y el especial no es tan divertido como pudo ser. Pero T-Pain como Freaknizzle es una cosa brillante (con Auto-Tune y todo!). Si el programa se hubiera enfocado más en Freaknizzle y menos en en el viaje de los raperos, Freaknik: The Musical sería desde ya un clásico de culto moderno. A como quedó, es una entretenida curiosidad.

Incluye las voces de T-Pain, Lil' Wayne, Snoop Dogg, Big Boi, Cee-Lo, Lil' Jon, Andy Samberg y Bill Hader, entre otros.

Este clip TODAVÍA me mata de la risa:



Si no lo han visto (y probablemente no lo han visto), bajen el show entero aquí (en hotfile).

viernes, 5 de marzo de 2010

Nuevos Cineastas Latinoamericanos: Claudia Llosa (Perú)

Visiten nuestro blog hermano, Discos La Chop Shop, para leer, bajar y escuchar un poco de la música "tradicional" peruana que aparece en estas películas.

Claudia Llosa nació el 15 de noviembre de 1976 en Lima, Perú. Es hija del director de cine Luis Llosa y sobrina del renombrado escritor y político peruano Mario Vargas Llosa. Se graduó como licenciada en Dirección de Cine en la Universidad de Lima y luego viajó a España para continuar sus estudios de cine en la Escuela de Artes y Cine TAI de Madrid. Luego tuvo la oportunidad de asistir al laboratorio de guiones del Festival de Sundance, en el que empezó a desarrollar el guión de lo que vendría a ser su ópera prima.

Madeinusa, lanzada en el 2006, se sitúa en un pequeño poblado indígena en los Andes peruanos llamado Manacuyana. Hasta ahí llega un hombre limeño, Salvador (Carlos de la Torre), quién, al no poder seguir su camino hasta una mina debido al mal tiempo, decide quedarse unos días en el pueblo. Ahí conoce a Madeinusa (Magaly Solier), quién se siente atraída por el extraño y tiene esperanzas de que él la lleve de regreso a Lima para buscar a su madre desaparecida. Aprovechando que se encuentran en la festividad del Tiempo Santo (los tres días desde Viernes Santo hasta el Domingo de Resurrección en los que, según la tradición del pueblo, Dios está muerto y por lo tanto puede ver los pecados), Madeinusa decide perder la virginidad con Salvador. Al mismo tiempo, Salvador encuentra una hostilidad cada vez mayor por parte de los pueblerinos quienes no están muy contentos con que un extraño haya arribado durante el Tiempo Santo.

Salgamos de lo evidente primero. La película se ve bellísima. Los dorados que uno imagina son comunes en un poblado a tanta altura sobre el nivel del mar (ya saben, el sol pega más directamente) están hermosamente retratados. Lo que es más, la locación en la que está filmada la película es idílica. Verdes campos, montañas nevadas, lagos cristalinos. Todos se ven hermosos. El primer tercio de la película incluso parece un documental etnográfico, todo es dedicado a las costumbres indígenas y el paisaje que los envuelve. La música es buen acompañante, lo único que pedimos de ella, y las actuaciones funcionan, especialmente la de Magaly Solier, que con suscara angulada y expresivos ojos negros puede decir mucho sin abrir la boca.

Bueno, todo eso muy lindo y correcto. Pero vamos a lo interesante. Como habrán notado al leer la sinopsis, la película está situada enteramente en un pueblo indígena durante la festividad del Tiempo Santo. Durante esta festividad, los indígenas, seguros de que Dios no los está viendo, le dan rienda suelta a sus instintos más primitivos. Toman chicha hasta el vómito, se roban los chanchos de las vecinas, manosean a las mujeres del pueblo y fornican con sus propias hijas. Difícilmente una muy buena imagen de los indígenas. ¿Qué termina de complicar el asunto? Que la fiesta del Tiempo Santo no existe. Ni tampoco existe el pueblo de Manacuyana. Todo es un invento de Llosa. Es cierto que los indígenas son bastante ignorados en la estrecha historia del cine peruano. Pero aquí llega Llosa, una limeña blanca de clase alta, al fin mostrándolos en el cine, pero como un grupo de borrachos y aprovechados incestuosos.

Y aquí entra en escena el personaje de Salvador. Éste es un personaje incomodo, colérico e ignorante de las tradiciones indígenas pero a la vez atraído por la belleza "exótica" de Madeinusa. El tipo nada más anda deambulando por el pueblo, tratando de perder el tiempo al mismo tiempo que se burla de los pueblerinos y, en una de esas, se la coge a Madeinusa mientras ésta está vestida de virgen (ya saben, por el Tiempo Santo y todo eso). ¿Qué nos quiere decir Llosa con este personaje y su interacción con los indígenas?

Aquí podemos escoger dos caminos: considerar que Llosa es racista (como más de uno considera a su tío) o que más bien está usando la ironía para criticar la típica representación del contacto entre blancos e indígenas. Veamos: el blanco limeño se llama Salvador (sí, el blanco protector de la civilización) quién llega al pueblo durante Tiempo Santo (en el que los indígenas caen en el oscurantismo) para salvar a Madeinusa (virginal, pura) de los indígenas primitivos con los que tiene que convivir y llevarla de regreso a Lima (la civilización, el centro). Eso es lo que la película nos presenta a primera vista. Pero me parece muy superficial considerar a esta como la lectura apropiada de la película.

Yo prefiero verlo así: el uso de Salvador como nombre del limeño blanco es irónico. Salvador no es ningún salvador ni mucho menos, es un tipo egoísta e incomprensivo que no soporta a los indígenas y cuyo destino final es una mina (o sea, la explotación). Lo único que consigue en el pueblo es cogerse (la forma en que tienen sexo solo merece el verbo coger) a la indígena atractiva y luego, un poco apenado, accede a llevarla a Lima con él. Pero Salvador no entiende a los indígenas y no solo no los entiende sino que no quiere entenderlos. Sus deseos, motivaciones y costumbres son inexplicables para él por lo que aún su tardía buena intención resulta fútil. Pero los indígenas no son ningunos santos, tampoco. Como los blancos, pueden ser egoístas, aprovechados e ignorantes.

Nadie se salva del ojo inquisidor de Llosa aunque su mensaje final resulta ser ambiguo. Es difícil negar que ante los ojos del público los indígenas quedan en una peor posición moral que Salvador. En mi opinión, y como ya lo expresé, Llosa está criticando solapadamente esa costumbre a simpatizar con el blanco y a horrorizarnos por las "salvajes" tradiciones indígenas. Pero es debatible si ese es el mensaje que la mayoría de la audiencia se va a llevar a casa.

La segunda película de Llosa, La Teta Asustada (2009), se enfoca en Fausta (Magaly Solier, de nuevo), una joven que vive con su familia en uno de los pueblos jóvenes a las orillas de Lima, asentamientos informales fundados a partir de los años 80 por inmigrantes del campo que huían de la violencia de las guerrillas. Fausta sufre lo que se conoce como "la teta asustada", una enfermedad en la que las madres que fueron violadas por los guerrilleros (o el Ejército) le transmiten el miedo y el sufrimiento a sus hijos por medio de la leche materna. Tal es el miedo que le tiene Fausta a la violación que recurre a meterse una papa en la vagina como forma de asegurarse que ningún hombre la querrá penetrar. La película comienza con la muerte de la madre de Fausta y sigue los esfuerzos de ésta para conseguir el dinero que le permita darle sepultura a su madre en el pueblo del que son originarias.

La Teta Asustada guarda muchas similitudes con su predecesora. Primero, cuenta con Magaly Soler en el papel principal. Segundo, se enfoca en una comunidad indígena. Tercero, presta gran atención a las costumbres y tradiciones de sus personajes. Cuarto, tiene influencias del realismo mágico, en el que la superstición se mezcla con la realidad para conformar las creencias de los indígenas. Pero si Madeinusa llevaba a un limeño a los Andes peruanos, en esta ocasión son los indígenas los que arribaron hasta Lima. Y llegaron para quedarse.

Como lo explica la sinopsis, los indígenas de La Teta Asustada emigraron debido a la violencia terrorista que castigó las zonas rurales del Perú, provocado por el largo conflicto entre la guerrilla del Sendero Luminoso y el Ejército peruano. A raíz de eso se provocaron gran cantidad de atrocidades, como las violaciones indiscriminadas, que obligaron a los habitantes de esas zonas a migrar a las dunas que rodean Lima. Esto provocó que las tradiciones propias de los indígenas y campesinos rurales se vieran mezcladas con las influencias modernizantes de la gran capital peruana.

Llosa le presta amplia atención a las prácticas culturales de estos personajes ya que la familia de Fausta tiene un negocio de planificación de matrimonios. Estas fiestas inevitablemente le parecerán, a nuestros ojos occidentalizados de clase media pa' arriba, como algo increíblemente kitsch y poco sofisticado, en el que los pobres de los barrios marginales intentan sin éxito imitar las costumbres de los citadinos al mismo tiempo que se niegan a eliminar a algunas de sus tradicionales rurales.

Esto le valió muchas críticas a Llosa, a quién acusaron de querer explotar una imagen atrasada del Perú para gusto de los mercados europeos en busca de exotismo tercermundista. A mí eso me parece a la típica reacción de la élite aburguesada que responde con escándalo ante cualquier trabajo que no presente a su país como una "sociedad moderna y avanzada". La película, al igual que Madeinusa, tiene una vocación etnográfica que me parece rescatable. Si así celebran sus matrimonios los habitantes de estos pueblos jóvenes, pues entonces vale la pena mostrarlo.

Con respecto a la película en sí, pues tiene un ritmo lento, más lento que Madeinusa. Llosa es una directora de lo que gusta llamarse cine-arte/cine-de-autor/cine-de-repertorio y esto usualmente implica que las películas se salen de los patrones convencionales de representación del tiempo y espacio. La cámara elige prestar su atención la mayor parte del tiempo a Fausta, la vemos cantando, caminando, limpiando, observando, cortándose las raíces de la papa que tiene en la vagina (no explícitamente, claro), etc. Toda la película descansa entonces en los hombres de Magaly Soler.

Para mí Soler cumple. Pero fiel al estilo de la película, su actuación es muy discreta y callada. El personaje de Fausta canta en quechua más de lo que habla. Pero como ya lo mencioné en relación con Madeinusa, el rostro y los ojos de Soler se me hacen muy expresivos y la joven guarda una belleza innegable. Más allá de los elementos culturales y etnográficos, esta es la historia de Fausta y de su miedo paralizante hacia los hombres y al mundo exterior en general. La represión interna de su personaje y de la actuación de Soler tienen sentido dentro del mundo de la película y, de alguna manera, representan la forma en que las heridas del pasado impiden a sociedad latinoamericanas como la peruana de avanzar en el camino al llamado progreso (sea lo que sea).

Claudia Llosa es una cineasta controversial que ha sido acusada de presentar una visión exótica del Perú, enfocándose en sus aspectos regresivos, primitivos y ordinarios. Pero también es de las pocas directoras latinas que se ha enfocado en las comunidades indígenas y en su cultura, incluso escogiendo a una indígena como actriz protagonista de sus dos películas (algo todavía más raro). En mi opinión, la mayoría de las críticas que le han sido dirigidas provienen de aquellos que estallan en furia ante cualquier representación negativa de su país o que consideran que los indígenas solo deben ser presentados como seres angelicales que viven en un contacto lírico con la naturaleza y que escapan de todos los vicios de nuestra vida moderna. O sea, los indígenas son todo lo que nosotros no somos. Llosa nos dice que no son tan distintos en ciertos aspectos como algunos piensan.

El asunto es complejo y se presta para mucha discusión. Yo no soy peruano ni experto en culturas indígenas por lo que puede que este análisis esté muy equivocado. Lo único que puedo afirmar es que Llosa me parece una cineasta valiente al tocar estos temas como el indigenismo, la pobreza y las secuelas del terrorismo y, aunque ninguna de sus dos películas me ha parecido particularmente sobresaliente, ciertamente la establecen como una de las cineastas más interesantes y comentadas de Latinoámerica. Para bien o para mal. Decídanlo ustedes, vean las películas.

La Teta Asustada se encuentra nominada al Premio Oscar a Mejor Película Extanjera. Es la primera película peruana en lograr esa distinción.

sábado, 27 de febrero de 2010

Y entonces repentinamente se nos quemó el queque

En medio de tanta fiesta (?) se nos olvidó que hace unos días La Chop Shop cumplió 1 año de existencia. Fue exactamente el 23 de enero del 2009 cuando, llenos de optimismo, abrimos las puertas de este blog al mundo.

Bueno, en realidad optimismo no sobraba. Mis anteriores intentos por mantener un blog fracasaron miserablemente después del segundo post (a veces ni siquiera pasaban del primero). Nada indicaba que este iba a ser la diferencia. Pero por alguna alegre razón, y con excepción de unos meses sin actualizaciones, el blog se resistió a morir!

Saludos a todos los que nos leen, nos siguen y/o nos han comentado uno que otro post. No son muchos pero son más de los que pensé en un inicio!

También gracias a mis dos queridas colaboradoras: sue y Anuk. La primera nunca colaboró (yo creo que ni revisa el blog : p) y la segunda lo hizo solo una vez. Pero nuestras largas conversaciones de alguna manera se han visto reflejadas en las cyberpáginas de este blog, espero. Y no pierdo la esperanza de que algún día sue escriba ese esperado post acerca de los VAMPIROS ASESINOS. Gracias totales a ese hombre Alessandro Solís, con el que comparto objetivos y estimulantes conversaciones, y quién también está haciendo su hustle por diversas partes de la interweb. Por último, otro shout-out a Lucy La Gata Gángster por el diseño del blog (se ve mejor entre mayor sea la resolución, dice ella).

En los próximos días espero subir un pequeño comentario acerca de Las Playas de Agnes, la última película de Agnes Varda, y otra entrega de nuestra sección "Nuevos Cineastas Latinoamericanos" dedicado a la cineasta latina del momento, la peruana Claudia Llosa.

También recuerden visitar Discos La Chop Shop, adonde encontrarán lo más cooliao de la música promiscua.

Y ahora, para celebrar, bailemos todos con Homero la Danza de los Mirlos.

jueves, 25 de febrero de 2010

Un Proyecto Moderno


Rut Blees Luxemburg es una fotógrafa alemana nacida en 1967. Creció en la histórica ciudad de Trier y a los 23 años partió a Londres para estudiar fotografía. Es en esa ciudad en la que ha realizado la mayor parte de sus trabajos, buscando explorar el "proyecto moderno" de la capital inglesa y cómo este se relaciona con su entorno natural y humano. Sus fotografías usualmente son tomadas de noche, en sectores poco reconocibles de la ciudad y utilizando luz natural, más que todo las luces de los postes y los edificios de apartamentos. Los humanos están completamente ausentes de las imágenes, lo que nos permite una mayor meditación acerca del espacio urbano y como nos vemos (o no nos vemos) reflejados en él.


Un edificio de apartamentos, un anuncio reflejándose en un pozo de agua en una calle, las sombras de un árbol en una pared, una autopista con una cancha de fútbol adyacente, un gran cine abandonado en Senegal; esos son el tipo de imágenes que favorece Luxemburg. Siempre con una cualidad luminosa y casi cinematográfica, reconocible pero a la vez ligeramente abstracta.