lunes, 27 de abril de 2009

Nuevos Cineastas Latinoamericanos: Israel Adrián Caetano (Argentina)

Israel Adrían Caetano nació en Montevideo, Uruguay pero desde su adolescencia vive en Argentina, país en el que ha realizado la mayor parte de su carrera profesional. Después de estudiar cine en Francia y Argentina, se dedicó a trabajar en televisión, filmar videos musicales y producir cortometrajes (uno de los cuales, Cuesta Abajo, ganó en 1994 un premio especial del Instituto Argentino de Cine). Su debut en la gran pantalla se daría hasta 1998 con la película que, según algunos, dio inicio a lo que se conoce como la Nueva Ola del Cine Argentino. Sea o no el verdadero responsable de iniciar este pseudo-movimiento (más un nombre dado por la prensa que otra cosa), no hay duda de que Caetano es uno de los cineastas más reconocibles y premiados (y evidentemente el más bonachón) de esta camada de directores argentinos.

Pizza, birra, faso es el nombre de este primer largometraje. Realizado con bajo presupuesto y actores novatos con una banda sonora cargada de cumbia (la música de los barrios populares argentinos), la película es una tragicómica visión de la juventud argentina en tiempos de cambio e incertidumbre socio-económica. Cordobés (Héctor Anglada) y Pablo (Jorge Sesan) son los líderes de una pequeña banda de ladronzuelos que se dedican a robar a los clientes de taxistas cómplices. Aunque Cordobés tiene una novia embarazada que le exige buscar un trabajo legítimo, los personajes masculinos no parecen estar muy preocupados por ganarse la vida honradamente prefiriendo timar y vagabundear la mayor parte del tiempo.

Como quedará evidente pronto, el interés de Caetano por los excluidos y outsiders de la sociedad es una característica de su filmografía y en esta película los personajes son victimas de una doble exclusión; además de jóvenes, son criminales y vagabundos. Aún con esto, la película no es un drama de realismo social sino que se encuentra más interesada en explorar las incertidumbres de una juventud que no está del todo segura acerca de cual es su lugar en la sociedad. La película misma no está muy segura del tono que desea lograr, ya que si bien se puede considerar como una tragicomedia, en general no es lo suficientemente cómica y se podría considerar que termina siendo demasiado trágica. Pero Pizza, birra, faso, a pesar de esos problemas que se le pueden achacar a la inexperiencia, es un debut auspicioso que retrata de manera convincente a un sector de la juventud argentina durante los años Menem.

Caetano repite el tema de los excluidos ahora sí siguiendo una vena más de denuncia social, con Bolivia lanzada en el 2001. Producida durante 3 años y filmada en blanco y negro con stock de 16mm que recuerda al neorrealismo europeo de la posguerra (tanto así que todos los personajes llevan el nombre de los actores que los interpretan), Bolivia cuenta la historia de un cocinero boliviano (Freddy Flores) y una mesera paraguaya (Rosa Sánchez) que trabajan como ilegales en una cafetería de Buenos Aires y la discriminación que enfrentan en su diario vivir.

A pesar de que Caetano simpatiza claramente con estos inmigrantes (recordemos que él mismo es uno de ellos), se cuida de no santificarlos en exceso e, incluso, nos lleva a simpatizar un poco con la situación económica que también afecta a los argentinos nativos que los lleva a desahogarse por medio de la xenofobia y el racismo. Contrario a lo que parece ser por el tema que toca, Bolivia es una película discreta y sobria (por lo menos hasta el final) que no busca sentimentalismo falsos o simplificaciones convenientes. Una mención especial se merece la música de Los Kjarkas, agrupación boliviana de música andina, cuyas canciones acompañan los pocos montajes con música no-diegética que ocurren en el filme.

La cumbia vuelve con un western contemporáneo ambientado en los barrios populares de la ciudad capital, Un Oso Rojo de 2002. Oso (Julio Chávez, actualmente en Epitafios de HBO) es un ladrón recientemente liberado de prisión quien busca volver a empezar una relación con su hija a quien apenas conoce al mismo tiempo que regresa a sus viejas andadas en el crimen. Oso es un criminal al mejor estilo del western o cine noir; duro, serio, de pocas palabras, temperamental y con un cigarro colgado perpetuamente de su boca. Otros aspectos de la película dibujan paralelismos con esos géneros: las calles sin asfaltar del barrio en que vive la hija de Oso recuerdan ligeramente a un pueblo del Oeste, el bar al cual frecuenta Oso se asemeja a una versión moderna de la vieja taberna y su exesposa recuerda a una clásica “damisela en peligro” que se enamora del anti-héroe en contra de su mejor juicio.

Lanzada justo después de los peores momentos de la crisis económico-política de Argentina, Un Oso Rojo trata temas tópicos como las penurias económicas de las clases populares y el creciente anti-autoritarismo. La correlación de un robo a mano armada con el himno nacional argentino representa una critica explicita hacia la clase política del país pero toda la película es un ejemplo de anti-autoritarismo al seguir las andanzas de un criminal quien se encarga de abatir símbolos de autoridad y de resolver cuentas pendientes con aquellos supuestos aliados que terminaron traicionándolo. En esta ocasión, Caetano utiliza otra vez al outsider pero con la intención de representar parte de la furia e impotencia que se encontraba en la sociedad argentina a inicios de década.

Si en Un Oso Rojo Caetano experimentó con elementos del western y el cine noir, con Crónicas de una Fuga (2006), su más reciente película, se encargaría de utilizar elementos del cine de terror para relatar la historia verdadera de Claudio Tamburrini (Rodrigo de la Serna), un portero de futbol que fue acusado erróneamente de pertenecer a un grupo terrorista en tiempos de la dictadura militar en Argentina. La película se enfoca en el tiempo que Claudio tuvo que estar detenido en la Mansión Seré, lugar en el que fue victima de torturas y abusos hasta que, junto con otros prisioneros, decidió jugarse la chance y escapar.

La Casa, tanto en su exterior como en su interior, es filmada al estilo de una típica casa embrujada, con ángulos distorsionados, sombras y colores oscuros por todo lado interrumpidos por el ocasional relámpago, y, especialmente, un diseño de sonido lleno de sonidos inquietantes, truenos en la lejanía y notas de piano desorientadoras. Interesantemente, la película resulta ser más claustrofóbica y tenebrosa en las pocas escenas que ocurren afuera de la casa ya que aquí es donde la película logra dar aunque sea una pincelada de la atmosfera que uno podría encontrar en una sociedad atemorizada bajo un estado policial. Pero a excepción de esos momentos, Crónicas de una Fuga es la película más débil de Caetano, con un enfoque demasiado limitado y excesivamente estilizado de lo que pudo ser una interesante exploración del sufrimiento de una sociedad durante una de sus etapas más oscuras.

Israel Adrian Caetano podrá no ser el director más simbólico, conceptual o visualmente interesante del Nuevo Cine Argentino, pero si es el más accesible. Lo positivo de esa accesibilidad es que no implica que su trabajo sea superficial y genérico, más bien todo lo contrario; su filmografía (especialmente sus primeras tres películas) nos muestra a un director de películas con un alcance universal pero al mismo tiempo muy personales al que no le da miedo experimentar con géneros y estilos diferentes. Y si se le presta atención, sus películas revelan sutilezas que presentan una visión intensamente política de la Argentina contemporánea.

Caetano se encuentra actualmente en la filmación de su quinto largometraje, No Necesitamos de Nadie.

2 comentarios:

La Moviola dijo...

Caetano, es un buen referente de la nueva camada de directores (también sentimos cierto recelo por la denominación Nueva Ola, que suena más comercial que artística). En lo personal, "Pizza, birra y faso", si bien no fue filmada en la madurez de Caetano, es un gran film que se menciona en las facultades, especialmente la UBA, ya que consiste en uno de los mejores retratos de la Argentina de los 90. Después, aunque la temática social persista, es un buen agregado que se lo trate desde diferentes estilos (western, tragicomedia, suspenso-terror). Eso da un mayor abanico de posibilidades para que la gente pueda escoger.

Muy interesante el artículo!

Si tienen tiempo, nos gustaría que ojearan nuestro blog.

Saludos!

Equipo de La Moviola

Manfred Vargas dijo...

Si, Pizza, birra y faso me gustó bastante. Muchas veces el plus que tienen las operas primas como esta es que tienen una sensación de improvisación y frescura que es dificil encontrar en películas más "maduras", las cuales muchas veces tienen una estructura más rigida.

Gracias por el comentario. Me aseguraré de visitar su blog.

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